12F Juventud distopica

Caracas.- Que difícil se ha vuelto existir en Venezuela siendo un joven.
Nuestro día conmemorativo nunca está lleno de celebraciones, todo lo contrario, la juventud valiente que se atreve a quedarse en este entorno tiránico usa dicha fecha para enlutarse con el recuerdo de aquellos héroes que pusieron un ideal de país por encima de sus propias vidas.
Un Bassil y un Robert no volvían a casa ya hace 7 años, luego de simplemente levantar la voz ante una tiranía asesina que afectaba su desarrollo y el de su familia.
Es horrible ver la tristeza en el Sr. Redman año tras año cuando nos abraza y nos agradece por no olvidar a su muchacho, ese que el crío para que fuera un venezolano de bien y que justamente por ser el mejor ciudadano posible para nuestra nación, hoy no está dándonos el ejemplo de cómo se siente un país en los más profundo del pecho.
Conmemoramos sacrificios, héroes que salieron a buscar un futuro y jamás regresaron, aún recuerdo la destrucción de todo mi entorno cuando un día estaba con Yamir Tovar y Luis Arianyi bebiendo y echando chistes y al siguiente levantaba su ataúd entre lágrimas y promesas de nunca bajar los brazos.
Es increíble como aun no puedo dejar de llorar escribiendo sobre ellos, mis amigos, mis hermanos, jóvenes que por reclamar sus derechos fueron asesinados por los paramilitares del chavismo…
Y es que si, ellos son los únicos culpables de asfixiarnos, de obligarnos a migrar, de someternos a la mayor inseguridad, al hambre, a la muerte por falta de medicinas, incluso nuestras universidades son blanco constante de una tiranía que se propuso destruir a la juventud venezolana para evitar futuras rebeliones de ciudadanos hartos de genocidas disfrazados de buenas intenciones.
¿Qué otra opción tiene una madre en Venezuela cuando salimos a las calles?
Más allá de rezar y acompañarnos, son el dolor y la preocupación las principales emociones al saber que su hijo, cansado de tener que luchar para darle sus pastillas de la tensión, mañana no puede volver a pedirle la bendición porque alguien decidió que su vida no valía para nada.
Pero, aun así, rebeldía y juventud son dos acepciones que van de la mano, quedamos una cantidad inmensa de necios que siguen siendo esa piedra en el zapato para cada tirano y dinosaurio político que de un lado o de otro insiste en no darnos los espacios necesarios para echar este país a la senda del desarrollo.
Ninguna dificultad ha sido tan grande para detenernos, pues siempre nos renovamos y somos capaces de hacer creer una vez más a esa generación de adultos mayores y contemporáneos que no encuentran una respuesta para salir de esta crisis.
La libertad, la justicia y el desarrollo en Venezuela tienen la lozanía de actores con ojos vibrantes y discurso encendido, ideas que descolocan una clase política deslegitimada y acostumbrada a segar nuestros sueños.
Venezuela es el único país con la desdicha de conmemorar cada cierto tiempo una masacre el día que se supone es para celebrar la existencia de aquella juventud parida por nuestras madres para garantizar la continuidad de la nación por el resto de la eternidad.
Pero es ese sacrificio, ese ejemplo, esa constancia y esas ideas son las que nos permiten ser una ciudadanía fuerte, capaz de levantarse ante la adversidad y buscar la manera de garantizar nuevos amaneceres llenos de prosperidad y libertad.
Aún hay juventud en Venezuela, aun vale la pena quedarse, pues ante este nivel de orfandad, es nuestro turno de encauzar los destinos de la nación.
Sigamos adelante, por nuestros héroes caídos, por nuestras familias y por un futuro en la tierra que nos vio nacer.
Por: Christian Manrique.